¿Estamos nutriendo nuestro cuerpo o alimentando nuestras emociones?

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En todas las culturas estar alrededor de la mesa forma parte de nuestra identidad. Sea cual sea la tradición, las celebraciones son maravillosas, y más felices si hay un gran banquete.

Comer en familia o entre amigos, nos hace sentirnos más cercanos unos de los otros, lo que nos hace tener una sensación de pertenencia.

Es siempre reconfortante mirar las fotos antiguas, que nos llevan a tiempos pasados que hemos vivido y disfrutado. Lo más común es comentar los platos típicos de nuestra tía, los pasteles de las abuelas, las cenas de navidad y tantos otros que recordamos con mucho cariño.

¿Qué ocurre hoy día con esta revolución de las dietas ,en que cada día nos aparece una nueva moda con muchos expertos que intentan decirnos qué comer o qué no?

Pues desde mi experiencia, todo me parece muy confuso y muchas veces incoherente.

Por un lado, tenemos una industria a la que lo único que le interesa es ganar dinero a cualquier precio, comprometiendo nuestra salud, nuestro bien mayor.

Por otro lado, esa misma industria te va a decir que tenéis que estar sanos, hacer deporte, viajar y cuidar la salud.

¿De qué nos vale un buen trabajo, con un gran sueldo, si para eso tenemos que trabajar largas jornadas, comer fuera y no tener tiempo para cuidarnos?

¿De qué vale pasar horas en la esterilla, si después nos metemos una bolsa de patatas o cualquier otra cosa industrializada, ya que no tenemos tiempo para cocinar lo que comemos?

Es alarmante el crecimiento de la obesidad en niños, diabetes, problemas cardíacos, cambios hormonales y ansiedad en nuestra sociedad actual.

La pregunta es, ¿Cómo cuidar de mi salud de manera consciente y sencilla a la vez?

El paso primero y quizás lo más importante es, volver a las raíces, donde alimentos industrializados y procesados no tenían la presencia en nuestras mesas que tienen hoy en día.

Cocinar es una terapia, sobretodo saber exactamente lo que estamos metiendo en nuestro cuerpo no tiene precio.

Me como una ensalada, estoy comiendo sano, ¿verdad? Pero a la vez, le añado una salsa industrializada. ¿Qué le parece?

Esta gran revolución en las dietas viene para ayudarnos a volver a tener el control sobre lo que comemos.

¿De qué manera?

Estando a cargo nosotros mismos de todo lo que compramos. En un principio, para quien no tiene la costumbre, puede hacerse un poco pesado, pero es simplemente una cuestión de hábito y luego verás , ya no podrás hacer tus compras de otra manera.

Leer las listas completas de los ingredientes que por ley tienen que estar en todos los paquetes, no hay más.

Creer que lo que ponen en la parte delantera de los paquetes, para convencernos de que un producto es 100% natural (lo mas típico) con una fotito de una vaquita feliz en el campo, no es la mejor manera de arreglar nuestra salud, que es nuestro derecho, que nos fue quitado por las grandes industrias, para hacerse más ricos y poderosos.

Hoy día somos afortunados de vivir en un país desarrollado, con leyes para proteger al consumidor. Pues, hagamos valer nuestro derecho a proteger nuestra salud.

Todos tenemos acceso a la información, y cada día vamos entendiendo más cómo funciona nuestro cuerpo y los ingredientes industrializados y procesados que nos están dañando.

En otros países más desarrollados todavía, especialmente en Europa, muchos de estos ingredientes, ya están prohibidos por su alta toxicidad y por ser cancerígenos, que nos provocan enfermedades muy serias.

Aquí os dejo una lista de los 6 peores (aunque hay muchos otros más). Vale la pena empezar a investigar y aprender lo que realmente estamos ingiriendo.

1- Nitrato de sodio – un conservante altamente tóxico y carcinogénico que llevan los embutidos, causante de trastornos metabólicos y neuronales.

2 – Endulzantes artificiales – Aspartamo ,el gran villano. Los edulcorantes artificiales pueden alterar el microbioma gastrointestinal, influyendo directamente en nuestro sistema nervioso, siendo así neurotóxico.

3 – Potenciadores de sabor – Glutamato monosódico, especialmente presente en salsas asiáticas y comidas preparadas, el nombre ya nos dice – para potenciar sabor donde no existe. Los estudios muestran que el consumo regular de MSG puede provocar efectos secundarios adversos que incluyen depresión, desorientación, daño ocular, fatiga, dolores de cabeza y obesidad. El MSG afecta las vías neurológicas del cerebro y desactiva la función “Estoy lleno”, que explica los efectos del aumento de peso.

4 – Grasas vegetales hidrogenadas – aceite de palma o algodón – son pura toxina para nuestro cuerpo, incapaz de procesar estas moléculas irreconocibles, que nos puede llevar a problemas cardíacos, como el infarto.

5 – Refinados – Harina blanca – Azúcar blanco – Sal de mesa – Cuando un producto es refinado, todos los nutrientes esenciales, como vitaminas y minerales son quitados y muchas veces son blanqueados artificialmente. Generando problemas gástricos que a su vez afectan nuestro metabolismo en general.

6 – Sirope de fructosa y glucosa – Presente en prácticamente TODO. Aumenta nuestros triglicéridos, promueve las hormonas responsables de almacenar grasa, y hace que comamos en exceso. Lo mejor es estar lo mas alejado posible de este veneno.

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Estamos acostumbrados a entrar en el súper e ir metiendo en el carrito las promociones, los paquetes con buen aspecto, los nuevos productos de la tele, etc.

El acceso a los alimentos crece cada día más, aunque muchos siguen hambrientos, mientras otros padecen de obesidad. La gran incoherencia de nuestra sociedad moderna.

Comemos simplemente para saciar nuestro estado anímico en la gran mayoría de las veces.

Comemos un pastel de chocolate porque estamos felices o cuando estamos tristes para rellenar un vacío que no sabemos de dónde viene.

Comemos para revivir la infancia, alimentando nuestra nostalgia.

Comemos algo que nos excita porque nos hace sentir gratificados.

Las razones las que nos alimentamos son infinitas,¿ pero realmente estamos nutriéndonos ?y, ¿cuál es la diferencia ?

Cada uno de nosotros somos únicos, con necesidades metabólicas y fisiológicas únicas. Y lo que pasa es que tenemos tantas opciones hoy, que nos olvidamos o simplemente no sabemos como verdaderamente nutrirnos. Comer saludable está de moda, igualmente lo que es saludable para uno es desastroso para otro. Un bol de ensalada o un zumo verde es lo mejor, puede ser que sí para ti ,pero no lo es para tu pareja.

Vamos a ciegas sin dar oídos a nuestro cuerpo, que cada día intenta comunicarse con nosotros de varias formas, que infelizmente viene a través de malestares, dolores, ansiedad, insomnio y tantas otras enfermedades graves.

Volvamos a tener el control sobre nuestra salud y buscar entender de dónde proviene este malestar o dolor. Simplemente hazte esta pregunta, seguramente tu cuerpo te ayudará a encontrar las respuestas, estate abierto a ti mismo, es el primer paso hacia un largo proceso, sin embargo profundamente valioso.

Cuando hablamos de nutrirnos acordémonos que menos es más, seamos mas sencillos como en nuestro pasado, empecemos a tener otra mirada hacia nuestro banquete. Seamos más bondadosos con nuestro cuerpo, dándole menos trabajo en digerir toda la porquería que nos hacen tragar.

Os invito a dar este primero paso hacia vuestra salud y bienestar, pues, es un derecho inherente en todos, y por lo tanto gozar de una longevidad de calidad, sin medicamentos y dolores por todas partes.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]